jueves, 19 de febrero de 2015

El Retrato del Duque de Lerma de Rubens en el sello de 10 pesetas de España.

Desde que en España apareció el primer sello de este país en el año 1850 han sido gran número de motivos culturales empleados para ilustrar los sellos: personajes históricos, monumentos, obras arquitectónicas, escultóricas, pictóricas, que han puesto de relevancia la vinculación de la filatelia con la cultura.

1.Sello de España que representa el Retrato de Duque de Lerma a Caballo pintado por Rubens.

Son muchos los sellos dedicados al mundo de la pintura, destacando una serie de pintura española. En el año 1958 se había establecido que el Día del Sello fuese el 24 de marzo, emitiéndose una serie dedicada a diferentes pintores relacionados con España. Desde que se estableció esta fecha para conmemorar dicha efeméride, se emitieron, desde el año 1958 (Goya) hasta el 1979 (Juan de Juanes), un total de 22 series.


2. Carta franqueada con el primer sello emitido en España. Fuente imagen Foro el Ágora de Filatelia.


Pero además de esta mítica serie larga, numerosos sellos han plasmado obras de pintores famosos, una de ellas es la serie emitida el 28 de mayo de 1962 dedicada a Pedro Pablo Rubens.

La serie formada por 4 sellos que reproducen distintas obras de este celebre pintor:

-Sello de 25 céntimos: Fernando de Austria en la Batalla de Nördlingen.

-Sello de 1 peseta: Autorretrato de Rubens en el Jardín del Amor.

-Sello de 3 pesetas: Felipe II.

-Sello de 10 pesetas: Retrato Ecuestre del Duque de Lerma a la que dedicaré esta entrada para el Blog Articulado.


3. Sello de 40 céntimos de peseta perteneciente a la serie dedicada a Velázquez en el año 1959, que representa un fragmento de las Hilanderas.

En el año 1603 el pintor viaja a Valladolid, donde estaba establecida la corte, como enviado del Duque de Mantua.

Durante su estancia realiza uno de los mejores retratos que alberga el Museo del Prado, y del hombre más poderoso de España de la época de Felipe III y valido del Rey, el Duque de Lerma, tal era su influencia que Rubens relató lo siguiente:
“El rey refirió a un caballero al Duque de Lerma, a lo que el caballero contestó que de haber podido conseguir esta audiencia no habría tenido necesidad de visitar al rey”
Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, V marqués de Denia, y duque de Lerma además fue un gran mecenas y coleccionista de arte privado, rivalizando con Felipe III.
Entre sus obras de pintura se encontraban obras del Greco, Antonio Moro, Sánchez Coello, Bartolomé y Vicente Carducho, Pantoja de la Cruz, Tiziano, Rubens, Fra Angélico y El Bosco, así como copias de Rafael por Pietro Facchetti y de Jan van Eyck por Michiel Coxcie.

4. Sello emitido por España el 24 de Marzo de 1961, que representa el Martirio de San Mauricio pintado por el Greco.

Lerma que de su padre solo heredo 21 cuadros comenzó a coleccionar seriamente con la subida al trono de Felipe III en 1598, sobre todo de artistas florentinos y flamencos, que se habían reunido en el círculo de artistas que Felipe II creó en torno al Escorial.
Además heredó obras de sus tíos Tomás de Borja, arzobispo de Zaragoza, y Bernardo de Sandoval y Rojas, cardenal arzobispo de Toledo. Antes de retirarse de la corte en octubre de 1618 tenía más de 2740 pinturas.
En 1603 el Duque de Mantua envió a España a Pedro Pablo Rubens con una colección de pintura para regalar a Felipe III y al Duque de Lerma. Rubens realizó el retrato ecuestre al Duque de Lerma, siendo uno de los primeros retratos ecuestres realizados a un personaje que no era miembro de la realeza, y es una imagen de tamaño natural.


Cristina Martín San Roque. El Salón de Cris.

martes, 17 de febrero de 2015

Levitación

  A sus oídos llegaba el fresco romper de las olas. El suave viento se colaba inquieto en la habitación por entre las cortinas. Un extraño fulgor helado iluminaba la estancia, una luminosidad azul... Se oían tristes las notas de un piano, lejanas. No podían dejar de mirarse el uno al otro, con sorpresa, con familiaridad, con frialdad. Había perdido la noción del tiempo, pero daba igual. Aunque todo estaba oscuras, podía verla perfectamente, tal y como la había imaginado desde que se fue para no volver. La luna oteaba desde lo alto, no quería perderse ni un movimiento, ni una mirada. Olor a jazmín. Se observaban desde la distancia, con una extraña sensación de incertidumbre, y a la vez levitando, como si entre las nubes se encontrasen. Las luces y las sombras jugaban en ellos, caprichosas, cual ninfas bañándose en las frondosas profundidades de un bosque.
   No encontraba palabras para explicar sus sentimientos, que eran muchos y a la vez muy intensos. Inesperado llegó el sol, también interesado en lo que ocurría en la antigua y solitaria habitación de mármol en las paredes y óleos en los suelos. Con sus alargados dedos dorados nacieron sentimientos nuevos. El calor invadió su corazón. Ahora podía verla mejor. Entonces, tras hundirse desesperado en su mirada de catarata como un suicida en una azotea, comprendió.

- Te he echado de menos.-Consiguió decir al fin. Ella no dijo nada, sólo le tendió una mano. Y él no vaciló en juntarse con ella para no soltarla... jamás.


Sergio Rodriguez Espejel. Los Seres Únicos.

sábado, 14 de febrero de 2015

La cerradura en negro.

 De nuevo, mis más modestas y molestas palabras tienen su origen en una vivencia personal. En esta ocasión, la bombillita se encendió después de haber charlado con unos "peculiares" cerrajeros. Comencemos.

   La semana del 19 de enero, la cerradura del piso en el que vivo se rompió. La causa de la rotura poco importa, pues lo realmente importante viene cuando decidimos llamar a un cerrajero. Tras buscar por Internet, llamé desde mi móvil. A los veinte minutos llegaron una mujer y un hombre con una caja de herramientas. Empezaron con lo suyo mientras yo los observaba. Pronto me di cuenta de que esta pareja estaba más preocupada por agradarme que por arreglar la cerradura. Pero al fin, con unos métodos más ortodoxos que cualquier otra cosa, consiguieron arreglar (más o menos) el problema.

 Llegó la hora de decidir si cambiar la cerradura por otra, lo cual dispararía el precio a 180€ extra, o dejar la que habían conseguido arreglar. La mujer, que llevaba la voz cantante, aconsejó que lo prudente era cambiarla. Tras contarme mil y una batallitas que poco escuché, comenzó su peculiar discurso, en el cual me dijo que podría hacerme el favor de no cobrarme el IVA, eso si: "¡qué no se entere mi jefe!" Pronto vi que no era la primera vez que pronunciaba esas palabras, y mucho menos iban a ser las últimas. Al ver mi cara de desaprobación, la mujer no insistió más con esta idea... hasta que su mente hizo clic y me soltó la siguiente perla: "oye... ¿y el seguro?, ¿tenéis seguro? Podéis decirle cualquier cosa: que os han echado pegamento en la cerradura, que se ha roto por el frío..." Yo aquí no sabía si lo decía en serio, o era una broma para relajar la cara que se me había quedado con la idea de pagarle en negro. Lamentablemente, iba en serio. Yo no le contesté, simplemente dejé correr esas palabras con la esperanza de que se perdieran. Pero no. Lo volvió a sugerir. Mi respuesta, con mis compañeros de piso delante, fue: "No. Yo no hago esas cosas" No penséis que me encuentro en situaciones así a diario. Mis palabras hacían más referencia a que soy una persona que piensa que las reglas, todas, se deben de cumplir. Era mi primera vez en una escena de este calibre. Pero mis pensamientos eran claros: no voy a estafar a un seguro ni a engañar. La cosa se quedó así. La peculiar pareja nos metió un sablazo de 100 pavos por el arreglo, y nosotros con la tarea de comprar la pieza que había que sustituir. Mi hermano se encargó de esto y ya funciona a la perfección.

 Pero lo que verdaderamente me dejó trastocado fue un comentario de alguien de mi alrededor: "¡Qué mal te va a ir en la vida!" Esa fue la respuesta a mi decisión de no estafar a un seguro o a engañar. Resulta raro que a una persona por querer hacer las cosas como se han acordado la tachen de tonta. Pero, por desgracia, los que pensamos que cobrar en negro, estafar seguros, saltarse señales de "stop", cruzarse en una rotonda y demás son errores, somos los raritos, somos "a los que les va a ir mal en la vida".

   Es triste saber que mucha gente piensa que el cumplimiento de las leyes es de tontos. Es muy triste. Afortunadamente también habrá muchísimas personas que estén a favor de respetar las órdenes establecidas, o eso quiero creer. Al menos, me consuela estar saliendo con una persona que piensa igual que yo en este sentido, al igual que en muchos otros, y me apoya en mis decisiones.

   Cada cual con sus actos. Pero, precisamente por eso, estamos tan jodidos. Sí. Estamos tan jodidos porque, a pesar de que existan personas que respeten las leyes, por cada subnormal que la incompla deliberadamente, pensando que no pasa nada si se estafa o se cobra en negro, se nos viene abajo todo el sistema que intentamos que persista. Y lo peor, repito, es que los que las cumplimos seamos los raritos. Es más, los que las incumplen se creen en su derecho de recriminar a los que respetan las leyes. Un ejemplo claro es lo que se ve día a día en las rotondas de este país: si tú vas por tu derecha para abandonarla y un subnormal se cruza desde la izquierda, la culpa te la echa a ti por no dejarle pasar. Por suerte no me ha pasado esto, aún.

   En fin, que lo dicho: allá cada uno con su conciencia. Deseo fervientemente que cada vez más gente deje de pensar en que lo más normal es hacer chanchullos. Todo en esta vida es extrapolable a la ciencia. Y esta nos dice que la entropía total del universo permanece constante, y que los cambios producidos en un sistema son contrarrestados con otros cambios en el entorno. Pues bien, si un desgraciado no paga el IVA, se cruza en rotondas o estafa a seguros, habrá alguien que lo pagué, para intentar mantener una constancia global. Y creo que me voy a ir ya, que con tanto estudiar para los exámenes estoy delirando.

P.D.: Putos cerrajeros.

Carlos Manzano del Valle. Palabras Molestas.

sábado, 10 de enero de 2015

Pesadilla


Los más oscuros pensamiento erraban libremente por mi cabeza. Unos inconexos, otros ya olvidados. Todos ellos se me presentaban lejanos, ajenos, como los ecos de un coro en una gran catedral. Se iban sucediendo en una vorágine desordenada y hueca, rápidos como una cascada, certeros como la apolínea flecha. Finalmente, se me presentó una imagen clara y nítida: el cuerpo exánime de mi querido abuelo rodeado por una luz cegadora y un silencio atronador. Entonces desperté. Las más pesadas lágrimas recorrían mi rostro, mi respiración galopaba desbocada, ahogándose en mi garganta, mi corazón palpitaba como un acelerado timbal solitario. La más honda tristeza se apoderó de mi alma. "Está muerto, muerto, muerto..." Un halo de luz salvadora salió de mi mente: "No, no está muerto, no puede estar muerto, ha sido un sueño..." Pero, vapuleada por los más sórdidos pensamientos, la esperanza se hundió en el más profundo precipicio y continuaron las más cálidas y sentidas lágrimas de mi corazón. Procuré serenarme, olvidarme, recuperar la luz perdida. Una y otra vez, ésta volvió a hundirse entre las bravas olas del fruioso océano. Por fin, agotando todas las fuerzas que me quedaban, conseguí abrir las aguas del oscuro mar de mi malévolo subconsciente y la luz brilló; primero temerosa, lánguida; luego un poco más consistente; y después alumbró las domadas olas en toda su extensión, convirtiendo la salada espuma en el motor de mi razón.

     Cuando, pasada una eternidad, volví a ver a mi abuelo, lo abracé más fuerte de lo que nunca lo había hecho.

Sergio Rodríguez Espejel. Los Seres Únicos.

jueves, 8 de enero de 2015

Reflejo en las aguas del pozo de Demócrito

Digo pretender la reflexión, digo estar reflexionando, pero siempre estoy preguntando. Digo pretender hacer filosofía, digo ser un filósofo, pero siempre estoy preguntando. ¿Por qué la reflexión? ¿Por qué la filosofía? ¿Por qué la pregunta?

El hombre quiere conocer. El hombre es consciente de sí, el hombre es consciente de lo demás.
El hombre quiere conocerse, el hombre quiere conocer lo demás. Todos hemos pensado alguna vez que estaríamos mejor sin conocer algunas cosas, pero aún así, queremos conocerlas. Es irremediable, siempre tendemos a volcarnos en algo. En nosotros o en lo demás, siempre estamos tras una respuesta. Quizás a la pregunta más sencilla de responder, quizás a la que no se puede responder.

Perseguimos algo que quizás no exista, algo que quizás ni trata de moverse. Pero aún así lo perseguimos, y no tenemos otro medio de alcanzarlo que mediante la pregunta. A veces nos empeñamos en buscar su rastro como huellas impresas sobre la realidad inmediata, pero aunque las veamos, o creamos verlas, nos es del todo imposible encontrar siquiera el rastro, no ya la presa, sin buscar primero dentro de nosotros.

Sin un Yo no hay un Otro, necesitamos conocernos para poder saber cómo interiorizamos lo Otro. Necesitamos la reflexión para responder la pregunta, nos identificamos con la respuesta y desde ella nos re-creamos, desde nuestro interior.

La verdad, si existe, está en el fondo de un pozo sin fondo. Ahí la puso Demócrito, y con razón, pues si hubiese una verdad absoluta nos sería imposible alcanzarla. Nos asomamos y asomamos al pozo, algunos caen y mueren, otros hacen de la oscuridad su ansiada verdad y algunos simplemente se limitan a observar el diámetro del pozo. Nosotros nos quedaremos con nuestra verdad hecha a medida, con el agua que podamos sacar en el cubo y que al beberla haremos parte de nosotros. Nosotros tenemos nuestra alétheia y nos saciamos gota a gota.

Es nuestra reflexión la que nos permite conocernos, es nuestra reflexión la que nos va a permitir conocer el mundo. El filósofo no nace, se hace al tomar la decisión de renunciar al mundo, preguntarse y buscar por siempre. Ahí está el filósofo, preguntando siempre aunque nadie escuche jamás, pues siempre estará él y su respuesta será eco de su existencia.


Dos Veces García. Alétheia con cuentagotas.

martes, 30 de diciembre de 2014

Por fin.


Por fin

Este es nuestro momento
Este momento es nuestro
Un bonito  recuerdo que nunca se irá
Toda una eternidad para disfrutar
este momento.
Mis manos temblorosas desabotonaban tu camisa blanca
Mientras tu me quitabas la camiseta
Ensimismado
Contemplé tu desnudez
Tu largo pelo castaño
Suelto
caía por tu cálida espalda
Atraje tus blancas caderas hacia mí.
Y te besé el cuello
Entonces mi mirada se encontró con la tuya
Y tus labios rojos me sonrieron
Por fin




Sergio Rodríguez Espejel. Los Seres Únicos.

viernes, 26 de diciembre de 2014

La función socio-personal de los videojuegos.

Llevaba mucho tiempo con ganas de escribir un artículo en este blog multitemático que me ha llamado la atención desde que lo descubrí. 

Así que, en primer lugar, me gustaría agradecer la labor de los administradores del sitio, quienes ofrecen la oportunidad de leer a otros blogueros y participar, más allá de cumplir un fin publicitario.

A continuación, quería hacer una reflexión sobre los videojuegos como tema en general, pero sin duda, más profunda que las que hago normalmente en mi blog. 

El tema en cuestión a tratar hoy es la función que cumplen los videojuegos en el jugador y en la sociedad, y plantearnos si contribuyen a la diversión  únicamente o pueden tener otros objetivos como la formación o aprendizaje, desarrollo de capacidades humanas o si, en un abanico más amplio pueden considerarse cultura.

Desde su nacimiento (de por sí un tema ya muy controvertido), pongamos, por la década de los 70 con el videojuego Pong (Atari, 1972) los videojuegos supusieron un cambio en la temática del ocio y tiempo libre, predestinados, ya de por sí, a ocupar grandes cantidades de este como en aquella época lo podrían hacer las películas y series de televisión, la lectura o los juguetes (en los más pequeños). Esta diferencia en ocupar los ratos de tiempo libre fue el primero de los muchos cambios en la sociedad y en los individuos que iban a hacer los videojuegos.

Se ha necesitado un periodo de tiempo para que los videojuegos arraigasen en la sociedad, y yo pienso que fue con la redirección del mercado a los más pequeños con la salida de la consola NES (Nintendo, 1985) cuando empezaron a tomar forma en la sociedad juegos de gran éxito, como The Legend of Zelda (NES, 1986), Super Mario Bros.(NES, 1985) o Contra (NES, 1987) y otros que ya existían, como Tetris (1984) que llegó a NES en 1989, Mario Bros. (Arcade, 1983) o Punch Out!! (1984).

Estabilizados ya estos juegos en la cultura, el éxito no queda solo ahí, sino que se expande con merchandasing, series de TV o películas a otros niveles. 

En la década de los 90 surgen dos sagas que marcarían la década, siendo Sonic (1991) y Pokémon (1996), muy importantes en la historia de los videojuegos, aunque también lo son otras como Resident Evil (1996) y sería la década para que floreciesen sagas creadas anteriormente como Need for Speed, Street Fighter y Castlevania. De esto, podemos concluir que los años 90 consolidaron los videojuegos como otro tipo de ocio.

Así, continuamos avanzando a nuestra época actual al ritmo que lo hacen los videojuegos, y es cuando empiezan a surgir cuestiones, de las cuales expongo una, quizá la más preocupante, que trataré de contestar: “¿Contribuyen los videojuegos al desarrollo mental o todo lo contrario?”, una pregunta que muchos padres se han hecho. La respuesta depende, sin duda, de varios factores como el tipo de videojuego (o el videojuego en particular) y la edad del jugador. Sin duda, no creo que debiéramos poner a jugar a Call of Duty a un niño de 7 años, pero seguramente pueda hacerlo alguien más mayor, aunque depende de su madurez mental.

Hay juegos (sean mejores o peores) que ayudan a mejorar el funcionamiento de la mente, y prueba de ellos son Tetris, Mario is Missing, Mario’s Time Machine, los Brain Training o la cantidad inmensa de juegos de lógica y aprendizaje de idiomas que hay para Nintendo DS.

De todo esto podemos concluir que:
  •  Los videojuegos se han afianzado en la sociedad y (algunos) han contribuido a su desarrollo, en particular en el ámbito tecnológico, pero también en el económico (es decir, al mercado) y pedagógico.
  • Son parte de la cultura, no comparable a mi punto de vista a la literatura o el teatro pero sí a las películas.
  • Bien utilizados son un perfecto elemento de aprendizaje y diversión.

Os animo a replicar en los comentarios y, por supuesto, os deseo unas felices fiestas a todos los lectores.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

¿Y si me reúno contigo?

El día se volvió oscuro y gris, cuando supe lo que pasó. Las horas se volvieron muy largas. Este hecho interrumpió mis ganas de entrar en mis sueños. El hecho de que ya no estuvieses aquí, hizo que mi alma se rompiese entera en miles de pedazos pequeños que te llevaste cuando te fuiste de aquí.
¡Qué injustos fueron los siervos de Dios! ¡Qué desgracia más grande me enviaron los ángeles cuando tu alma se llevaron! No pensaron en el daño que causaría. Tú misma no pensaste en ese daño. Te has ido, y mis ganas de seguir se desvanecieron contigo.

Pregunto yo, a los cielos que sobre mí se posan, ¿permitirán que me una a ti?, ¿o tendré que esperar varios años hasta que con suerte un accidente sufra? Rezo cada día porque todo esto fuese un sueño, y que las flores blancas que te rodearon te ayuden a levantar, y a acercarte a mí. A volver a ser felices tú y yo. A sentir ese calor tuyo sobre mí. Ese amor que sentías hacia mí, y que yo te correspondía.

Y yo me pregunto, ¿que pasaría si yo decido unirme a ti?, ¿los ángeles toleraran esta decisión? Ellos nunca te devolverán a la vida. Pero en cambio, yo puedo tomar la decisión de unirme a ti, como en tierra yo me uní.

¡Ojalá este infierno acabe! No hay mayor tortura que el saber que te necesito cada día. El no poder disfrutar de tus rasgos que tan especial te hacían. El no poder decirte nada, ni sentir mis labios con los tuyos. ¿Qué le hice a Dios para que me ahogue en este sufrimiento que me consume? Si de ellos dependieran, pasarían años y años, y me reuniría contigo cuando ya te haya olvidado. 

Pero los ángeles no me borraran ese pensamiento, impedirán que me una a ti. En este momento haré como tú hiciste. Como en el momento en que te fuiste sin decir nada, aunque me quedase el consuelo de saber que me querías. Me limitaré a cerrar los ojos, y esperar en plena oscuridad a abrirlos para que, una vez abiertos, pueda ver tu rostro otra vez.