sábado, 14 de febrero de 2015

La cerradura en negro.

 De nuevo, mis más modestas y molestas palabras tienen su origen en una vivencia personal. En esta ocasión, la bombillita se encendió después de haber charlado con unos "peculiares" cerrajeros. Comencemos.

   La semana del 19 de enero, la cerradura del piso en el que vivo se rompió. La causa de la rotura poco importa, pues lo realmente importante viene cuando decidimos llamar a un cerrajero. Tras buscar por Internet, llamé desde mi móvil. A los veinte minutos llegaron una mujer y un hombre con una caja de herramientas. Empezaron con lo suyo mientras yo los observaba. Pronto me di cuenta de que esta pareja estaba más preocupada por agradarme que por arreglar la cerradura. Pero al fin, con unos métodos más ortodoxos que cualquier otra cosa, consiguieron arreglar (más o menos) el problema.

 Llegó la hora de decidir si cambiar la cerradura por otra, lo cual dispararía el precio a 180€ extra, o dejar la que habían conseguido arreglar. La mujer, que llevaba la voz cantante, aconsejó que lo prudente era cambiarla. Tras contarme mil y una batallitas que poco escuché, comenzó su peculiar discurso, en el cual me dijo que podría hacerme el favor de no cobrarme el IVA, eso si: "¡qué no se entere mi jefe!" Pronto vi que no era la primera vez que pronunciaba esas palabras, y mucho menos iban a ser las últimas. Al ver mi cara de desaprobación, la mujer no insistió más con esta idea... hasta que su mente hizo clic y me soltó la siguiente perla: "oye... ¿y el seguro?, ¿tenéis seguro? Podéis decirle cualquier cosa: que os han echado pegamento en la cerradura, que se ha roto por el frío..." Yo aquí no sabía si lo decía en serio, o era una broma para relajar la cara que se me había quedado con la idea de pagarle en negro. Lamentablemente, iba en serio. Yo no le contesté, simplemente dejé correr esas palabras con la esperanza de que se perdieran. Pero no. Lo volvió a sugerir. Mi respuesta, con mis compañeros de piso delante, fue: "No. Yo no hago esas cosas" No penséis que me encuentro en situaciones así a diario. Mis palabras hacían más referencia a que soy una persona que piensa que las reglas, todas, se deben de cumplir. Era mi primera vez en una escena de este calibre. Pero mis pensamientos eran claros: no voy a estafar a un seguro ni a engañar. La cosa se quedó así. La peculiar pareja nos metió un sablazo de 100 pavos por el arreglo, y nosotros con la tarea de comprar la pieza que había que sustituir. Mi hermano se encargó de esto y ya funciona a la perfección.

 Pero lo que verdaderamente me dejó trastocado fue un comentario de alguien de mi alrededor: "¡Qué mal te va a ir en la vida!" Esa fue la respuesta a mi decisión de no estafar a un seguro o a engañar. Resulta raro que a una persona por querer hacer las cosas como se han acordado la tachen de tonta. Pero, por desgracia, los que pensamos que cobrar en negro, estafar seguros, saltarse señales de "stop", cruzarse en una rotonda y demás son errores, somos los raritos, somos "a los que les va a ir mal en la vida".

   Es triste saber que mucha gente piensa que el cumplimiento de las leyes es de tontos. Es muy triste. Afortunadamente también habrá muchísimas personas que estén a favor de respetar las órdenes establecidas, o eso quiero creer. Al menos, me consuela estar saliendo con una persona que piensa igual que yo en este sentido, al igual que en muchos otros, y me apoya en mis decisiones.

   Cada cual con sus actos. Pero, precisamente por eso, estamos tan jodidos. Sí. Estamos tan jodidos porque, a pesar de que existan personas que respeten las leyes, por cada subnormal que la incompla deliberadamente, pensando que no pasa nada si se estafa o se cobra en negro, se nos viene abajo todo el sistema que intentamos que persista. Y lo peor, repito, es que los que las cumplimos seamos los raritos. Es más, los que las incumplen se creen en su derecho de recriminar a los que respetan las leyes. Un ejemplo claro es lo que se ve día a día en las rotondas de este país: si tú vas por tu derecha para abandonarla y un subnormal se cruza desde la izquierda, la culpa te la echa a ti por no dejarle pasar. Por suerte no me ha pasado esto, aún.

   En fin, que lo dicho: allá cada uno con su conciencia. Deseo fervientemente que cada vez más gente deje de pensar en que lo más normal es hacer chanchullos. Todo en esta vida es extrapolable a la ciencia. Y esta nos dice que la entropía total del universo permanece constante, y que los cambios producidos en un sistema son contrarrestados con otros cambios en el entorno. Pues bien, si un desgraciado no paga el IVA, se cruza en rotondas o estafa a seguros, habrá alguien que lo pagué, para intentar mantener una constancia global. Y creo que me voy a ir ya, que con tanto estudiar para los exámenes estoy delirando.

P.D.: Putos cerrajeros.

Carlos Manzano del Valle. Palabras Molestas.

1 comentario:

  1. Te doy la razón en el apartado de pagar en negro. La economía sumergida le ha hecho y le está haciendo mucho daño a este país. Pero discrepo enormemente en lo del seguro. El seguro del hogar está para estas cosas, fugas, roturas de ventanas, desperfectos en los tejados... y no veo porqué tiene que ser una estafa pasarlo por el seguro. Si no lo cubre, el seguro te lo dirá, pero al menos hay que preguntarlo, porque en muchos casos lo cubre con normalidad.
    Saludos.

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